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lunes, 9 de diciembre de 2013

@madebybooks

Aquí os dejo una de las perlas que, cuando le apetece, escribe mi parabatai.
Creo que ya he subido algún relato de ella ("El mundo acaba de crearse") de hace ya bastante tiempo, y aquí os dejo antes, bastante más amplio y más guay (aunque sigo siendo fan del anterior).
Si queréis seguirle la pista a esta escritora en potencia y talentosa, aunque algo vaga, aquí os dejo su tw: @madebybooks
Y ya, por fin, su relato, que va sobre vampiros, y aunque sin título, es genial.




Al parecer la gran guarida de los vampiros se encontraba detrás de un cartel que decía «Cuidado, peligro de desprendimiento», curioso teniendo en cuenta que no se veía ningún acantilado o parecido desde donde me encontraba.

        A partir de aquí si que hay que colocarse la capa, por precaución intervino Matthew, y le obedecí al instante. Ser devorado por todo un clan no era algo que me apeteciera en lo más mínimo, así que rodeé mi cuello con ella y cerré el broche. Miré a mi alrededor, esperando no ver a ninguno, pero ahí estaban. En mi rostro se podía ver claramente la duda, a lo que el Grandullón rió con fuerza.
        Renacuajo, no sabes nada de estas cosas –la cogió con sus grandes manos y la zarandeó con burla
        Lo que quiere decir –intervino Sky al instante –es que son especiales. Nadie puede vernos una vez que te lo abrochas, pero los que la llevan si que pueden entre sí. Reconócelos porque llevan la capa –era cierto, todos llevaban sus capas abrochadas.
        Creía que no nos veríamos ninguno –comenté al instante, aún con duda en la voz pero sin acobardarme.
        Demasiadas películas has visto, renacuajo –Grandullón dio en el blanco con su observación y avanzó el primero sin consultarle a nadie.

Todos lo seguimos, pero se notó que yo titubeé un instante antes de poner un paso en tierra. En este momento, todos sabían que había alguien por estos andares y no dudarían en buscarlos a toda costa. Sky me alertó antes de que había que hablar bajo, pues aunque no pudieran vernos, sí escucharnos. Escuchaba mis pisadas como una bomba, y mi corazón martilleaba tan fuerte en mi pecho que pensaba que se escuchaba demasiado. Siempre me pasaba eso cuando debía ser silencioso, y me costaba a horrores mantener la calma. Supongo que con mi entrenamiento mejoraría eso, espero.

El cielo, que ante estuvo anaranjado, ahora lucía negro y con pequeñas estrellas que iluminaban un poco el lugar. Sólo faltaban 5 días para la Luna Llena, había que aligerarse si queríamos hacerlo todo bien. Los Cazadores desde siempre sabían controlarlo todo, hasta ahora, cuando la cosa se empieza a complicar y los que creen que deberían tener el poder se rebelan. Hacía 100 años la cosa pudo controlarse, pero ahora… ¿Quién podría luchar contra Ellos? ¿Por qué tuvieron que aparecer tan de repente y cargárselo todo? Yo estaba bien en Nueva York, yendo al colegio y observando a Helena desde las sombras. Me había acostumbrado a eso, y ahora, de repente, aparece un tío que me cuenta toda la historia y lo que yo debo hacer. Y soy un tonto que se deja controlar, siempre lo soy. Un asco todo.

Maldecía tan en silencio como podía hasta que dejé de escuchar las pisadas acompasadas de los demás, y levanté la cabeza. Se habían detenido de repente, y miraban algo con horror. Grandullón era el único que sonreía.

        Venimos en un buen momento, esto nos facilitará las cosas. Ven, renacuajo, esto debería verlo –y sin consultarme me agarró de un brazo y me arrastró a su lado. Matthew mantuvo la mirada con Grandullón, pero finalmente se resistió y la dejó caer hacia delante, pues todos sabían que pelear con él era luchar en vano. Me limpié una gota de sudor que caía por mi sien y miré adelante.

¿Cuántos había? ¿Cien, doscientos? Prácticamente todos los vampiros estaban reunidos allí, viendo con entusiasmo un palo… No, no era sólo un palo estancado a un saliente, también había un hombre atado a él. Y al lado… Una chica. No aparentaba ni los 17, pero ahí estaba, y por lo que supuse sería la jefa.

        Los vampiros tienen una curiosa forma de verlo todo –comenzó Matthew a mi lado, en susurros. Supuse al instante que vio la duda en mi rostro al observar aquello –. Allí donde la ves, está Carrie, la jefa de los vampiros. No aparentará ni la mayoría de edad, pero puede tener como más de mil años de vida. Y es única en su raza –se detuvo para mirarme.
         ¿No es un vampiro, como los demás? –nada más que pronuncié la pregunta se me ocurrió una descabellada idea, y mis ojos se abrieron del asombro – ¿Podría ser…?
         Eres un chico listo –sonrió –. Sí, es un vampiro diurno. De cada mil vampiros, uno de ellos sale diurno, y ese es el que está destinado a liderar el clan hasta sus últimos días. Da igual si sólo tiene 100 años de antigüedad, o miles, será el, o en este caso, la líder que los guiará a todos. Es gracioso, dado que muchos de ellos ven eso como una traición a lo que verdaderamente es esta raza, pero todos cumplen las normas porque son sagradas, como si fueran el mismísimo Dios.
         ¿Y qué tiene que ver todo eso con lo que ocurre? –pregunté, acercándome más a él para hablar lo más bajo posible. No quería que nos descubrieran y, ¿para qué negarlo? La curiosidad invadía mi cuerpo.
         ¿Ves al hombre sujetado a la estaca? –lo señaló con un dedo. Así que no era un palo, era una estaca… – Van a sacrificarlo de la mejor manera que saben hacer ellos –iba a decir algo pero Matthew habló antes que yo –. No preguntes, calla y escucha. Ese hombre entró en sus dominios, y por norma les pertenece. Sí, puede ser cruel, pero son las normas. ¿Para qué crees que está ese cartel ahí? Intenta evadir a los turistas, pero siempre hay algún curioso que entra y directamente se sentencia a muerte. Son rituales que pocas veces se hacen, pero cuando ocurre es a lo grande. Y sangriento, no olvides que son vampiros –un sollozo se escuchó entre todo el jaleo, y miré solo para ver como el hombre dejaba caer las lágrimas. Un grito de júbilo salió de la multitud, y ya sabían que el hombre se dio cuenta de lo que ocurría. Sinceramente, si fuera un vampiro y tuviera hambre, habría estado como ellos –. Todos sabemos que aunque no tienen derecho a tomar a más humanos que los que entran en su territorio, violan esa ley. Es nuestro trabajo detenerlos, pero sin pruebas no podemos hacer nadas, y Carrie es demasiado astuta. Mentiría si dijera que ha sido la jefa más pacífica, esa fue Eleanor. Esta puta sólo nos trae cada vez más problemas desde que subió al poder, y a los vampiros les gusta…

Dejé de escucharle a partir de que lo que decía iba más para él mismo que para mí, y centré mi atención en Carrie. Era bella, como cualquier vampiro. Los ojos rojos brillaban con intensidad y resaltaban su blanca piel. Aunque había leído que las chicas vampiras suelen ser rubias por comodidad –a saber qué comodidad- ésta tenía el cabello negro como el carbón, y bastante largo. Sí, sin duda, era bastante sexy. Ese vestido rojo y negro con volantes y las medias de rejilla sólo ponían la guinda al pastel. Me sonrojé al pensar en ello, pero no aparté la mirada.
De repente, algo sonó. Era música, pero no una cualquiera. Era una música que indudablemente pegaría para una cacería, tal y como ocurría ahora. Un escalofrío recorrió mi columna, y no precisamente por el frío que había.

        ¡Compañeros! –Comenzó a hablar Carrie, con una sonrisa que mostraba sus colmillos – ¿Habéis visto la sangre fresca que traemos? Tenemos suerte de que los humanos sean tan curiosos… ¿Qué le parece a usted, señor? ¿Nervioso por este momento? Seguro que sí, nosotros igual –un grito salió de la boca del hombre, miré con horror a Grandullón.
         ¡Tenemos que ir y salvarlo! –susurré lo más fuerte que pude para que me oyera por encima de aquella música.
         Mira chaval, no sabes nada. Son las normas, y aunque tengamos mucho poder fuera, aquí no sirve una mierda, ¿entiendes? –dijo con rudeza, y supe que a él también le costaba ver como sacrificaban a un humano que no sabía lo que hacía en su momento.

Quise apartar la mirada y ahorrarme el sufrimiento, pero es como si estuvieran atados y no pudieran moverse. Jodía, mucho.
Carrie empezó a bailar al compás de la música, coqueta, y algunos de los vampiros empezaron con las risitas y los silbidos. ¿Era ese el ejemplo que debía dar una jefa? ¿Bailar como si estuviera en un burdel barato y justo antes de devorar a un hombre? Tragué saliva, y juraría que se pudo escuchar en todo el mundo. Gotas de sudor caían de mi rostro a pesar de que podíamos estar perfectamente a 2 o 3º, y tenía miedo. Miedo de lo que pasaría y miedo de lo que podría ocurrirnos a todos si descubrían que estábamos espiando un ritual sagrado de los vampiros.

La pelinegra se acercó poco a poco al hombre, al ritmo de la música, y aunque yo sé que el querría eso, no en este momento. Se debatía con furia, logrando sólo hacerse más daño, y aunque gritaba no se escuchaba con todo el jaleo. Carrie fue acercándose más y más, y en su rostro había una sonrisa difícil de quitar. Acercó su rostro al de la presa y susurró algo que se quedaría entre ellos dos, sólo entre la cazadora y el animal asustado. Después, besó su boca y fue bajando en pequeños besos hasta su cuello, que lamió y rozó con sus dientes. Le hacía sufrir, y eso les gustaba a todos. Veía como el clan se relamía y se preparaba para lo que vendría.

        La jefa tiene prioridad –escuché susurrar a Matthew, y acto seguido los blancos dientes de la jefa se clavaron en el cuello del hombre inocente.

Pasaron pocos segundos que me parecieron años, y al fin los sacó de su cuello y se relamió los labios llenos de sangre, satisfecha. Acto seguido, se giró y se alejó caminando, y con un leve movimiento de mano todos se lanzaron hacia el hombre. No veía nada, pero podía imaginarme la escena perfectamente, y no era agradable. Me entraron náuseas, pero me obligué a permanecer en la calma y aparté la mirada de allí. Todos lo hicieron, y nos alejamos un poco. Ya no había ganas ni en Grandullón de hacer bromas.

        Vamos, durmamos un poco, mañana debemos estar bien para hablar con ella –dijo Matthew, y se alejó poco a poco seguido de los demás.

Yo sólo sabía una cosa en ese momento, que ya no quería la ayuda de ningún vampiro.

3 comentarios:

  1. Con respeto, siempre haces lo mismo, no sé para qué tienes un blog. Haces publicidad de textos de otras personas que podrían crearse ellos mismos un blog y publicar su texto. Y siempre haces eso de "ahora subo un capítulo" y el capítulo se sube a las semanas.
    Pf, se entiende que es por los estudios la inactividad, pero que este puente podrías haber publicado algo, que en Ciudad Real (donde yo soy) han sido 4 días...
    Mujer, publica ya algunas cosillas interesantes y no hagas publicidad de otros textos!

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    1. Cada uno hace con su blog lo que le de la gana.
      Si no le da la gana escribir, no escribe. Si le da la gana mostraros un texto de una amiga, os lo muestra. En su blog hace lo que quiera.
      Con todo mi respeto: si no te gusta, no lo mires, pero es SU blog, y lo tiene para lo que le salga de ahí.

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    2. Con respeto, no siempre hago lo mismo, me pidieron que publicara esos dos relatos que publiqué, ¿por qué? Mi amiga tenía un blog pero nunca lo usa y cuando escribe no lo publica, y me dijo que lo publicara yo, porque ella no podía coger el ordenador hasta el fin de semana y ya que no usa el blog pues eso.
      A parte, sí, es verdad, escribo menos de lo que me gustaría, y paso semanas sin poder subir un nuevo capítulo, pero eso es porque no me puedo pasar el día pegada al ordenador, y porque tengo más cosas que hacer aparte de escribir. Y el puente he estado fuera de mi casa y sin ordenador, ¿como voy a subir un capítulo así?
      Que sí, que tardo mucho en subir, pero que si no te gusta, lo siento, pero es mi blog y es mi vida y si no me da tiempo, no me da tiempo y punto.

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