Amanecía el
quinto día que llevaban fuera de la Ciudad, con la misma perspectiva
del día anterior. Aún así, todos se sentía mejor después de una
noche de historias y de sueños mágicos. Y una de nuestras viajeras,
tenía un trocito de la hoguera de anoche en el corazón. Y es que
ella había tenido lo sueño más mágico de todos.
-Elanor,
criatura, despierta. Despierta, que te estamos esperando. Sabes
dónde, sabes cuándo. Crees saber el por qué. Ven a descubrirlo.
¿Te atreves? ?¿Te atreves a encontrar a tu padre? Dices que sí
pero antes tendrás que encontrar a otra persona...¿Y de encontrarte
a ti misma?
Elanor
despertó de golpe.
-¿Quién
eres?¿Dónde estás?-dijo mirando a su alrededor. Pero no había
nadie. Solo estaban sus compañeros de viaje, profundamente
dormidos.-¿Quién ha dicho eso? No te vayas, vuelve, no me dejes
así...
Y
por toda respuesta, escuchó el susurro de las hojas y una suave
melodía en un idioma desconocido. Aunque más tarde cuando se volvió
a dormir, pensó que pudo ser el viento.
No
sabía lo equivocada que estaba.
Y
aquel amanecer, solo ella estaba despierta, subida a un árbol para
poder ver el sol salir. Como le gustaba ver la cara del sol recién
despierto y aún así irradiando calor como si fuera mediodía.
Recogió un rayo de luz con sus manos y luego se las llevó a la
cara, como el que se lava el rostro con agua.
-Definitivamente,
si te lavas la cara con luz, estás más loca de lo que pensaba,
chavala.-dijo Hassio desde abajo meneando la cabeza.
-Buenos
días Hassio.-dijo Elanor tomándoselo como una broma.
-O
me ayudas a despertar a estas marmotas, o nos quedaremos aquí to'l
día.
-Ya
bajo, ya bajo. Lo tranquilo que eres a veces y lo impaciente que
estás hoy.
Cuando
despertaron a aquellas dos 'marmotas', el sol ya estaba lo bastante
alto como para continuar su camino. Se aseguraron de que las brasas
de la hoguera estaban bien pagadas, y recogieron los carbones que
podían servirles de nuevo, era raro que los carbones siguieran
sirviendo tras haber estado medio encendidos toda la noche, pensaron.
Lo que no sabían es que alguien los había apagado hacía ya muchas
horas.
-Esto
se esta volviendo alarmante.-dijo Escorpio mientras miraba su
cantimplora.- ¿A alguien le queda agua bastante para todo el día de
hoy?-el resto negó con la cabeza.-Pues tenemos un pequeño gran
problema.
-A
ver, dejadme que mire.-dijo Nantan mientras extendía el mapa sobre
una roca.- Según esto... estamos aquí, y debería haber río un
poco más al norte.
-El
norte está por allí.-dijo Elanor señalando con la mano.
-¿No
habéis aprendio' que los ríos que dice ese cacho de papel no están?
-Nantan,
¿hay algún lago cerca?-preguntó Escorpio con una rara expresión.
-Pues...
Sí, mirad. Hay un lago, aunque un poco lejos, al oeste. Si nos damos
prisa llegaríamos al atardecer o así.
-Un
lago no puede desaparecer tan fácil como un río, ¿no?-dijo Elanor
con una sonrisa.- Escorpio, ¿por qué has preguntado lo del lago?
-No,
no, no es nada, pura casualidad.-comentó la chica con una sonrisa
fingida.
-A
mí tú no me engañas, princesita. Sabes algo del lago, ¿eh?-insinuó
Hassio con bastante mal tono.
-A
mí no hace falta que me hables así, macarra de barrio.
-¿Pero
sabes algo o no?
-Sí,
Nantan, se podría decir que sé algo.-dijo la arobrea suspirando.-
Os lo cuento si no os reís. Esta noche he tenido un sueño un poco
extraño. Y salía un lago. Un lago con una cascada y un montón de
plantas alrededor. Y lo curioso de todo, es que había un árbol que
crecía dentro del agua. No me miréis así, no estoy loca, era solo
un sueño. Simplemente pensé que podríamos probar suerte, quizá
signifique algo...
-Hombre
por probar no se pierde nada y dudo que el lago también esté mal
ubicado. Pero hacedme un favor antes de irnos, ¿vale? Dejad de
pelaros un ratito, que desde que os despertáis estáis de broncas.
-Lo
intentaré Elanor, pero empieza él.
-¿Quién
empieza, señorita canosa?
-¿Veis?
¡Ya estáis otra vez!
-Lo
siento...-dijeron los dos a la vez, aunque con una mirada de odio
entre ellos.
“Esto
de los sueños me parece demasiada casualidad... Debería estar
pendiente de cualquier cosa. El bosque debería ser mi elemento, ¿por
qué estoy tan perdida? Es como si hubiera algo más, algo que la
naturaleza no quisiera que viéramos, algo que se esconde... Pero,
¿qué? ¿Será verdad la historia de Nantan? Quizá es por eso lo de
los sueños... Hay demasiada vida y demasiada magia en este bosque
para ser una cosa al azar. ¿Estaremos siguiendo las pistas que ellos
nos van dejando...? No creo, me estoy volviendo un poco paranoica.”
Y
con estos pensamientos, Elanor y los demás se encaminaron hacia el
lago. Y a pesar de todas las pistas, ninguno esperaba ni creía en
realidad lo que pronto iban a descubrir.
-¡Mirad!¡Es
el río! ¡Está aquí!-gritó Nantan mientras se desviaba un poco a
la derecha.
-¡Entonces
el lago tiene que estar cerca!¡Vamos! ¿A qué esperáis?-exclamó
Escorpio mientras corría hacia el río.
-¡Espera,
Escorpio!-dijo Elanor entre risas corriendo detrás de ella.
-Miralos
a to's que maduros.-habló Hassio, más para sí mismo que para los
demás, y comenzó a reir.
-¿Seguro
que son los elegidos? Son casi unos niños.
-Creo que
tienen tu edad, no los subestimes.
-Sí pero
ellos no están preparados para esto.
-¿Cómo
estás tan seguro?¿Ahora eres adivino? Dejemos que la historia siga
su curso...
Allí
en la orilla del río, rellenaron sus cantimploras y recogieron
frutas y plantas de agua y todo lo que vieron comestible para el
almuerzo. Y para tener provisiones. Daba gusto volver a almorzar como
si estuvieran en casa, con comida bastante. Incluso pescaron algún
vez. Todos volvían a estar de buen humor. Hasta Hassio y Escorpio
discutían menos de lo habitual, ya fuera por la reprimenda de
Elanor, o por tener la barriga llena.
De
tan buen humor y tantas bromas y risas, que cuando se dieron cuenta,
se les echaba el tiempo encima. El sol ya estaba bajando más de lo
que ellos querrían.
-O
nos damos prisa, o montamos el campamento aquí, ¿qué hacemos,
chavales?
-Tenemos
que ir al lago. Por favor. Tenemos que llegar al lago.-dijo Escorpio
poniéndose de pie al instante.
-¿Por
qué tanta ansia?-pregunto Nantan.
-Si
ha soñado con el lago será por algo, ¿no?-contestó Elanor a su
pregunta.- Quizás deberíamos ir.
-Podría
ser que lleves razón...
-¿Pues
a qué esperáis? Vamos vamos vamos.
Y
con estas palabras, la joven arobrea se fue sin apenas ni esperar a
su compañeros.
Escorpio
fue todo el rato unos metros por delante de ellos, lo bastante para
que pudieran verla y seguirla y para meterles prisa.
Los
otros tres iban sin demasiada prisa, aunque si iban muy despacio
perdían de vista a la arobrea y tenían que correr un poquito para
no perderla. Iban los tres hablando, sin echar apenas cuenta al
paisaje, cuando vieron a Escorpio frente a ellos, pálida, mirando
hacia un punto fijo. Se giraron a mirar lo que ella veía. Ahí
estaba. El lago.
En
gran lago casi perfectamente circular, con una alta catarata a lo
lejos que caía desde unas rocas enormes. Seguro que desde allí
arriba se podía ver todo el bosque. Toda la orilla del lago estaba
llena de plantas: flores que llegaban hasta las mismas aguas, árboles
de todo tipo, arbustos grandes y pequeños, enredaderas y plantas
acuáticas... El azul limpio, profundo como sacado del tiempo más
remoto y a la vez suave como el color del cielo, contrastaba con la
amplia gama de verdes. Y justo en el centro de las aguas, tal y como
Escorpio soñó, un gran árbol. Un árbol enorme, como si llevara
allí creciendo desde el principio de los tiempos. Porque no era un
árbol caído ni un árbol muerto, no. El árbol nacía allí dentro,
como si hubiera estado allí y luego hubieran llenado el lago a su
alrededor. ¿Qué como no se ahogaba por el exceso de agua? Esa misma
pregunta se hicieron los cuatro chicos, mientras quedaban embobados
viendo aquella naturaleza llena de vida. Se prodría escuchar el
crecer de las plantas allí, con tanta armonía y silencio.
Solo
Elanor rompió el silencio propio de la naturaleza, dejando escapar
casi con un suspiro sus pensamientos:
-Es
tan...
-Increíble.-murmuró
Hassio.
-Asombroso.-susurró
Escorpio.
-Magico.-dijo
Nantan.
-Perfecto.-termino
Elanor su frase con los ojos bañados en lágrimas.
-Me
alegro de que os guste.-dijo una voz desde sus espaldas. Una voz casi
como el viento entre las ramas de los árboles.- Soy Tacabo y en
nombre de todos, os doy la bienvenidas, habitantes de la Ciudad.
Los
cuatro se giraron asustados, y vieron a un chico, que tendría más o
menos su edad, pero no era como ellos: tenía la piel parduzca, casi
con tintes verdes y el pelo oscuro que le caía sobre los ojos
grises. Sí, era un humano, no era ningún personaje de leyendas,
pero no era un humano igual que ellos. Era diferente.
-¿Quién
eres tú? Te aviso que tengo mu' malas pulgas si me cabreo, ¿eh?-le
gritó Hassio preparándose para pelear.
-No
será necesario. Siento si os he asustado, no era mi intención. Al
contrario, venía a daros la bienvenida.
-¿No
pudiste esperar más, Tacabo?-dijo una voz melodiosa, salida de la
espesura.
-Lo
siento, Cehba, no pude resistirme más tiempo.
-Los
jóvenes sois demasiado impacientes.-dijo la tal Cehba saliendo de
entre las ojas de una sauce. Cehba era sin duda también humana y de
la misma etnia que Tacabo: tenía la piel morena aunque más claro
que su compañero y el pelo negro, con tintes azulados, le caía por
la espalda haciendo ondas como las del lago. Aparentaba unos 25 años,
aunque sus ojos tenían demasiada... sabiduría, aura, para tener esa
edad.
-Bienvenidos
al Reino del Bosque. Los Odreucer os damos la bienvenida.
¡Hola! C:
ResponderEliminarTe he nominado en mis blogs!
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『Μυgιωαяα мαивιus』