Breena resultó
ser una compañera de viaje de lo más agradable, y sin todo lo que aprendieron
de ella, los jóvenes ciudadanos que vagaban por el bosque dudo que hubieran
llegado a ninguna parte. Pero fue más lo que ella no les enseñó y aprendieron
de observarla: estar en paz con animales, guiarse por los susurros, las
“voces”, como ella decía, de las plantas; y lo más importante, andar en
silencio. Cosa que, siendo sinceros, a Breena no se le daba tan bien como
cabría esperar de un hada.
-No debería
faltar mucho, según me dijo Calawe.-comentó Breena con una sonrisa la segunda
mañana que acompañaba a los chicos.
-¿Tú no sabes
dónde es, Breeena?-le preguntó Nantan extrañado.- Creía que las hadas conocíais
todo el bosque.
-Bueeeno…
Digamos que yo conozco mejor otras partes del bosque, este no es exactamente
territorio de las hadas.
-¿El bosque
está dividido en terrritorios?-exclamó horrorizada Elanor.- ¿Territorios con
fronteras y prohibiciones de paso?
-¡No, por la
Madre Naturaleza! No somos tan… humanos, y perdón por la expresión.-se disculpó
Breena con una sonrisa apurada.- Dejadme explicarlo bien.-dijo parando y
sentándose al pie de una gran haya- A ver, en el bosque convivimos muchísimas
especies, pero las “superiores” como vosotros nos denominaríais, hadas, sátiros,
duendes, sirenas, centauros y demás, tenemos todos funciones distintas y
mantenemos distintas zonas, territorios, como lugares de residencia. Podríais
encontrar hadas en territorio de duendes, claro. Pero no es lo normal. ¿Lo
comprendeis?
-¿Y de quién es
este territorio?-preguntó Escorpio curiosa.
-De los
centauros. Por eso no solemos venir por aquí. Veréis, los centauros son
guardianes de secretos por naturaleza y son muy tercos para algunas cosas.
Chocan con las hadas, que somos más abiertas y alegres y nos gusta hablar y
reír y cosas así. Pero no es una lucha ni una confrontación, de hecho, yo tengo
un amigo mío centauro, ¡cuando los conoces son muy simpáticos!
-Y tú, aun sin
conocerte, eres muy, pero muy escandalosa.-les interrumpió una voz profunda, casi
cavernosa, desde los árboles.
Todos se
giraron a mirar qué o quién había hablado, pero solo Breena sonreía al hacerlo.
Poco a poco vieron surgir del follaje un torso de hombres, musculoso y muy
alto, sobre lo que luego se dieron cuenta que eran unas patas de caballo. Era
un centauro de pelaje marrón y piel ligeramente morena, con el pelo y la cola negros,
y unos asombrosos ojos de un azul tan oscuro e intenso, que el cielo nocturno
se sentiría avergonzado.
-¡Bane!-exclamó
Breena, y fue corriendo a abrazarle, o más bien, volando con sus alas, pues no
le llegaba al centauro ni por el codo-Justo ahora les hablaba de ti. Chicos,
este es Bane, Bane, ellos son los chicos de la Ciudad.
-Había dado
eso por sentado, Breena. Encantado, Jóvenes Elegidos.-les saludó el centauro,
haciendo una reverencia al posar una de las patas delanteras en tierra.
Nantan le hizo
una reverencia del mismo estilo, y las chicas, bastante impresionadas,
acertaron a inclinarse un poco. Pero Hassio no dio muestras ningunas de
respeto, y eso no le pasó inadvertido a Bane.
-¿Para qué habéis
venido hasta aquí, Breena? Si estoy en lo cierto, vuestro destino no está aquí.
-Pero este es
el camino más corto, ¿no?
-Podría
decirse. Podéis cruzar por aquí, pero no esperéis sed bienvenidos entre todos
nosotros, hay quién no estará dispuesto a contaros cosas.
-Pues eso será
un pequeño problema…-dijo Breena casi susurrando- Porque… pensaba preguntaros
si sabíais cómo es exactamente a dónde nos dirigimos…
-O quizás si
pudierais decirnos algo sobre quién nos persigue…-probó suerte Escorpio.
-No tengo
autorización para eso.-cortó tajante Bane- No puedo ayudaros, y dudo que quién
puede hacerlo, quiera.
-¿Y Magoth?-preguntó
Breena atreviéndose a mirar a Bane a los ojos.- Magoth tiene autorización de
sobra, y quizás quiere ayudarnos un poco.
-Subestimas el
peligro de la información que queréis poseer, Magoth no podrá daros toda la
información, pero si alguna.
-Aun no le has
dao’ una respuesta a la chiquilla.-dijo Hassio con más respeto del que
cualquiera pensaba oír en su voz.
Bane parecía
debatirse entre una respuesta u otra, hasta que finalmente dijo:
-Está bien, os
llevaré hasta Magoth, pero ella decidirá si os cuenta algo o no. Seguidme. Pero
tú no, muchacho, tú ven a mi lado.-dijo señalando a Hassio.
Bane cogió un
arco, en el que ninguno había reparado, del suelo; esperó un segundo a que
Hassio se colocara a su lado, y comenzó a internarse en el bosque, seguido de
una revoloteadora Breena y de Nantan, Elanor y Escorpio, que se preguntaban si
Hassio había causado una buena o mala impresión.
Apenas
tardaron diez minutos en entrar en un claro, sin embargo, Elanor estaba segura
que sin la guía de Bane, ni en un día habría podido encontrarlo.
-Magoth, soy
Bane. Breena desea verte. Venimos con los Elegidos.
Se escuchó el
sonido de cascos antes de que se viera a su responsable. Magoth era una mujer
centauro, más baja que Bane, de pelo tordo, más claro que la canela, piel
blanca y pelo y cola rubios. Sus ojos, más verdes que la hierba de aquel claro,
los miraban a todos por igual, sin reflejar apenas expresiones. A diferencia de
Bane, que no llevaba ropa ninguna, Magoth llevaba una cinta a la altura del
pecho, que lo ocultaba.
-No estaba equivocada,
por tanto. Los Elegidos vienen a mi humilde prado, esperando que les ayude y
responda, supongo.
-Magoth, cuánto
tiempo sin verte.-dijo Breena, sin saber muy bien si abrazarla o no, por lo que
Magoth dio el primer paso y la abrazó.
-Hoy me siento
generosa, y venís de la mano de una vieja amiga. ¿Quién os envía, Breena?
-Nadie, pero
ha sido Calawe la que me dijo que les ayudara.
-En ese caso,
hablaré sin ocultaros nada. La Dama de Fuego querría que así lo hiciera. Y le
debemos demasiado. Ven Firenze, no son peligrosos, y creo que escucharás una
bonita sesión de preguntas.
El pequeño que
salió de entre los árboles debía de ser Firenze, un potrillo joven, muy
parecido a su madre, pero con los ojos oscuros de Bane.
-Muy
bien,-dijo Magoth cuando el potrillo se acercó el grupo, mientras Elanor y
Escorpio se lo morían por acercarse a él, “es tan lindo”- solo puedo deciros
dos secretos. Solo dos de vuestros misterios serán resueltos. Y tú, chico
rubio, serás el que elija cuales quieres resolver.
No hay comentarios:
Publicar un comentario